Burundi, una paz frágil
Burundi es uno de los países más pobres de África; de extensión reducida y densamente poblado (cerca de 8 millones de habitantes), ubicado en el lugar paradisíaco de los Grandes Lagos –fuertemente sacudido por los conflictos armados–, situado a orillas del lago Tanganica –considerado la fuente más remota del Nilo, búsqueda ansiada y casi obsesiva de grandes viajeros como Stanley–, ha compartido con sus vecinas República Democrática del Congo y Ruanda sangrientos combates y horrendas matanzas de civiles que conmocionaron al mundo.
Primero colonia alemana y después integrada en el imperio belga, obtuvo su independencia en 1962, pero prácticamente desde entonces las sucesivas dictaduras militares, los golpes de estado, las luchas interétnicas –con una guerra civil que ha durado 13 años– y la extrema pobreza no han permitido a la población civil encontrar una mínima oportunidad de vivir en paz.
En 2007, la inestabilidad alimentaria –agravada por las graves inundaciones de principios de año, que afectaron a más de la mitad de las cosechas–, la falta de acceso de la población a los servicios básicos (atención sanitaria, agua potable, etc.), los desplazados internos y los refugiados en Tanzania que en breve serán obligados a regresar a Burundi, han llevado a Naciones Unidas y a otros organismos internacionales y algunas ONG locales a hacer una petición urgente de fondos de 132 millones de dólares para cubrir las necesidades alimentarias básicas de la población.
El acuerdo de alto el fuego entre el gobierno y el Frente Nacional de Liberación (FNL), que data de septiembre de 2006 y que estaba prácticamente estancado, se ha reactivado desde junio de el presente año pero con previsiones no demasiado optimistas ya que su punto más crítico es la amnistía general para prisioneros políticos (sin delitos de sangre) del FNL y cuya lista debe ser validada por una comisión conjunta de verificación y por la Comisión de Justicia de Burundi.
Primero colonia alemana y después integrada en el imperio belga, obtuvo su independencia en 1962, pero prácticamente desde entonces las sucesivas dictaduras militares, los golpes de estado, las luchas interétnicas –con una guerra civil que ha durado 13 años– y la extrema pobreza no han permitido a la población civil encontrar una mínima oportunidad de vivir en paz.
En 2007, la inestabilidad alimentaria –agravada por las graves inundaciones de principios de año, que afectaron a más de la mitad de las cosechas–, la falta de acceso de la población a los servicios básicos (atención sanitaria, agua potable, etc.), los desplazados internos y los refugiados en Tanzania que en breve serán obligados a regresar a Burundi, han llevado a Naciones Unidas y a otros organismos internacionales y algunas ONG locales a hacer una petición urgente de fondos de 132 millones de dólares para cubrir las necesidades alimentarias básicas de la población.
El acuerdo de alto el fuego entre el gobierno y el Frente Nacional de Liberación (FNL), que data de septiembre de 2006 y que estaba prácticamente estancado, se ha reactivado desde junio de el presente año pero con previsiones no demasiado optimistas ya que su punto más crítico es la amnistía general para prisioneros políticos (sin delitos de sangre) del FNL y cuya lista debe ser validada por una comisión conjunta de verificación y por la Comisión de Justicia de Burundi.
1 comentario
Daniel -
Aun asi, observando el dia a dia de la gente, no da la sensacion de ser un pais que acabe de salir de una guerra tan larga y sangrienta (salvo por la extrema pobreza).