Gaza acorralada
Los primeros días del mes de septiembre, la tensión entre la zona de Gaza –bajo el gobierno de Hamás, aislada primero por el presidente palestino, Abbas, y más tarde por la comunidad internacional– e Israel se intensificó con una incursión del ejército israelí en Gaza que provocó la muerte de seis milicianos de la Yijad Islámica y de las Brigadas de los Mártires de al-Aqsa. Este ataque fue contestado con el lanzamiento de cohetes sobre un campamento del ejército israelí en la base de Zikkim, que provocó heridas a 69 soldados israelíes; el mayor número de heridos en un único ataque de cohetes lanzado desde Gaza, y que ha sido reivindicada por los Comités de Resistencia Popular y por Yihad Islámica. El gobierno israelí comunicó que en represalia por estos últimos ataques, Israel emprendería un bloqueo de electricidad, carburante y agua; bloqueo que ha sido aprobado hoy. El gobierno israelí excusa su decisión como la mejor manera de debilitar a Hamás y de impedir los ataques con cohetes. El portavoz del Movimiento de Resistencia Islámica, Fawzi Barhoum, ha afirmado que esta medida constituye una peligrosa escalada en un intento de legitimar la destrucción de Palestina, provocando un desastre humanitario a su población. Por su parte, Abbas ha afirmado que la medida únicamente reforzará el embargo que ya sufre la población palestina –aproximadamente millón y medio de personas–, y aumentará su sufrimiento.
Se tambalean así los cimientos para el desarrollo de la próxima conferencia palestino-israelí –no me atrevo a llamarla “de paz” por el profundo respeto que me merece el término– prevista para noviembre. Si bien el desacuerdo previo a su celebración es evidente: mientras Abbas desea un acuerdo completo que trate de las cuestiones del estatus político final y que incluya un calendario claro, Olmert prefiere un documento de una sola página en el que se recojan solamente los principios que marcarán las bases para un acuerdo de paz. Una vez más, se espera que el gobierno israelí intente rebajar al máximo las reclamaciones palestinas. Mientras, Bush intenta obtener progresos en la negociación antes de que expire su mandato; creo que el tiempo se le agota inexorablemente, para lo bueno y para lo malo.
Se tambalean así los cimientos para el desarrollo de la próxima conferencia palestino-israelí –no me atrevo a llamarla “de paz” por el profundo respeto que me merece el término– prevista para noviembre. Si bien el desacuerdo previo a su celebración es evidente: mientras Abbas desea un acuerdo completo que trate de las cuestiones del estatus político final y que incluya un calendario claro, Olmert prefiere un documento de una sola página en el que se recojan solamente los principios que marcarán las bases para un acuerdo de paz. Una vez más, se espera que el gobierno israelí intente rebajar al máximo las reclamaciones palestinas. Mientras, Bush intenta obtener progresos en la negociación antes de que expire su mandato; creo que el tiempo se le agota inexorablemente, para lo bueno y para lo malo.
3 comentarios
Joaquina -
En Gaza se produjo ayer la primera incursión del ejército israelí en la Franja desde el anuncio del pasado miércoles de considerar a Gaza "entidad enemiga", con un saldo de dos jóvenes palestinos muertos.
Más platos rojos y vidas sesgadas; en nombre de qué?
Lápices para la paz -
Y mientras q Al-Fatah, finaciado por EE.UU respecto las armas, seguirá siendo el partido político títere que Olmert quiere.
Pobre Palestina, una vez más..
[La otra agenda] -