República Democrática del Congo: un grito silenciado
País tristemente conocido por las matanzas de hutus y tutsis en la vecina Ruanda, y que provocaron su salto a los medios de comunicación occidentales, que ofrecían imágenes e información del grave conflicto ruandés, olvidado anteriormente por estos medios, como le sucede comúnmente a África salvo cuando las noticias son malas o, como ésta, malísimas. La avalancha de refugiados hacia los países vecinos que provocó la guerra de Ruanda también alcanzó a Zaire –nombre adoptado por el dictador Mobutu frente a la original denominación colonialista de Congo Belga–, que acogía en campos a más de un millón de refugiados en ruandeses en 1996. El conflicto armado ruandés se extendió, a finales de 1996, a Zaire, cansada la población de los excesos y excentricidades del gobierno corrupto de Mobutu –permanentemente apoyado por Francia, y que ofrecía en bandeja los recursos naturales congoleños a las grandes multinacionales para enriquecimiento de sus allegados–; internacionalizandose el conflicto. Laurent Kabila llegó al poder con el apoyo de las milicias tutsis bayamulengues, y de Uganda, Ruanda, Sudán y Chad entre otros, estando también en la retaguardia la sempiterna sombra de la política exterior de Estados Unidos. La abierta guerra civil culminó en julio de 1999 con los acuerdos de Lusaka (establecimiento de un calendario para la desmovilización de los grupos armados, retirada de las tropas extranjeras y reemplazamiento de éstas por 5500 “cascos azules” de la MONUC), que posteriormente fueron ignorados por el recién ascendido al poder, L. Kabila. El gobierno de Kabila no supuso ningún avance en la cohesión política de la República Democrática del Congo –tal y como la denominó–, que también ignoró los acuerdos de Lusaka. El conflicto congoleño continuó de forma intermitente, alcanzado un punto especialmente crítico el 16 de enero de 2001 con el asesinato de Kabila, al que le sucedió en el poder su hijo Joseph Kabila, mientras los tres principales grupos guerrilleros opositores decidían integrase en una fuerza única denominada Frente de Liberación de Congo (FLC). Al mes siguiente se llegó a un acuerdo para el despliegue de las fuerzas de la MONUC, en un intento urgente de frenar un posible reavivamiento del conflicto.
En abril de 2003 se firmó un acuerdo de paz para la llamada “1ª guerra mundial africana”, con la formación de un gobierno de transición en el que se integraron como vicepresidentes –de un total de cuatro– dos miembros de la guerrilla, Memba y Ruberwa. Pero ese mismo año se producen numerosos enfrentamientos armados, que llevan a Naciones Unidas a ampliar el número de soldados destacados de su fuerza de pacificación; representando actualmente el contingente más numeroso de “cascos azules” jamás desplegado –aproximadamente 17000 soldados–.
En febrero de 2006 se promulgó por fin una nueva Constitución, y en julio del mismo año se celebraron las primeras elecciones democráticas desde la independencia del país.
La guerra ha diezmado enormemente a la población y los recursos naturales de la República Democrática del Congo; la pobreza alcanza al 80% de la población, y el olvido de los gobiernos occidentales no ayuda a que su situación política y humana mejore.
La República Democrática del Congo está ubicada en un paraje incomparable; atravesada por el río Congo y sus afluentes, con uno de los mayores índices de diversidad biológica y una pluviometría que es el origen de la segunda selva más grande del mundo. Integrada en la Región de los Grandes Lagos, exuberante de riquezas naturales y minerales, sus recursos son codiciados por las grandes multinacionales y algunos gobiernos inmorales; diamantes oro, cobre, cobalto y coltan generan riqueza para los congoleños ricos y miseria, inseguridad y enfermedades para los congoleños pobres.
En abril de 2003 se firmó un acuerdo de paz para la llamada “1ª guerra mundial africana”, con la formación de un gobierno de transición en el que se integraron como vicepresidentes –de un total de cuatro– dos miembros de la guerrilla, Memba y Ruberwa. Pero ese mismo año se producen numerosos enfrentamientos armados, que llevan a Naciones Unidas a ampliar el número de soldados destacados de su fuerza de pacificación; representando actualmente el contingente más numeroso de “cascos azules” jamás desplegado –aproximadamente 17000 soldados–.
En febrero de 2006 se promulgó por fin una nueva Constitución, y en julio del mismo año se celebraron las primeras elecciones democráticas desde la independencia del país.
La guerra ha diezmado enormemente a la población y los recursos naturales de la República Democrática del Congo; la pobreza alcanza al 80% de la población, y el olvido de los gobiernos occidentales no ayuda a que su situación política y humana mejore.
La República Democrática del Congo está ubicada en un paraje incomparable; atravesada por el río Congo y sus afluentes, con uno de los mayores índices de diversidad biológica y una pluviometría que es el origen de la segunda selva más grande del mundo. Integrada en la Región de los Grandes Lagos, exuberante de riquezas naturales y minerales, sus recursos son codiciados por las grandes multinacionales y algunos gobiernos inmorales; diamantes oro, cobre, cobalto y coltan generan riqueza para los congoleños ricos y miseria, inseguridad y enfermedades para los congoleños pobres.
4 comentarios
Muzungo -
Lápices para la paz -
Gracias por tu calurosa presencia en Lápices. Un fuerte abrazo,
Alicia
Lápices para la paz.
Joaquina -
Té la mà Maria -
http://telamamaria.blogspot.com, irreverent, iconoclasta, ecléctic i llibertari
gràcies per tot