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Olvidad@s

Seruka, salir de la oscuridad

En 1998, el Tribunal Penal Internacional determinó, en el Estatuto de Roma, que la violación, la esclavitud sexual, la prostitución forzada, el embarazo forzado y la esterilización forzada, entre otras formas de violencia sexual, son crímenes contra la humanidad y crímenes de guerra, pudiendo ser elementos constitutivos de genocidio.

Seruka es el nombre del centro para víctimas de violaciones que Médicos Sin Fronteras (MSF) abrió en Bujumbura, capital de Burundi, en 2003, y que ha atendido cerca de 7000 casos de violencia sexual. Los trabajadores del centro han constituido la asociación ISV (Initiative Seruka pour les Victimes de Viol), que se hará cargo del centro a mediados de este año. En un país como Burundi, donde incluso los representantes del sistema judicial se muestran prácticamente indiferentes ante la violencia sexual, la actividad desarrollada en Seruka supone un reto importante: sacar del olvido a las víctimas mediante la asistencia sanitaria y la  promoción del activismo contra la violencia sexual.

MSF ha editado el informe Vidas destrozadas, en el que trata sobre su labor en la prestación de asistencia médica y asesoramiento a las miles de víctimas de violencia sexual en Burundi, República Democrática del Congo, Liberia, Sudáfrica y Colombia.

En los procesos de pacificación tras los conflictos armados, las víctimas de agresiones sexuales son a menudo estigmatizadas y rechazadas por la sociedad. Esto dificulta, por una parte, el acceso a una atención médica y psicológica específica para estas víctimas y, por otro lado, impide el avance efectivo de los propios procesos de pacificación. Enfermedades graves como el VIH y la hepatitis B se ceban en las víctimas de violación, mientras el rechazo de la sociedad civil les crea una conciencia de culpabilidad que les lleva a esconder el hecho de haber sido víctimas.

 

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