Angola y su futuro de paz
Desde que alcanzó la independencia de Portugal en 1975, en Angola se libró una cruenta guerra civil que concluyó en abril de 2002, dejando tras de si 1 millón de muertos y casi 4 millones de desplazados. La población civil fue masacrada por las fuerzas gubernamentales y por el ejército rebelde de UNITA; los derechos humanos eran para ellos menos que nada; mientras, los campos eran sembrados de minas antipersona que continúan suponiendo un enorme obstáculo para un futuro en paz y libertad.
Angola sigue en el empeño de aliviar las heridas provocadas por 27 años de guerra fraticida, en una población joven, con una media de edad de 18 años y una esperanza de vida de 40. Desde el final de la guerra, se estima que la mitad de los desplazados han podido volver a sus pueblos –o lo que queda de ellos-, pero miles de angoleños continúan refugiados en países vecinos –algunos de ellos se encuentran en conflicto, como República Democrática del Congo, y en otros sufren las prácticas racistas de la población autóctona, como en Sudáfrica-.
Primero la grave epidemia de cólera que se produjo en 2006 y que tardó bastante en ser erradicada con la ayuda de las organizaciones no gubernamentales y la cooperación internacional, y ahora la falta de alimentos, no vaticinan un futuro muy esperanzador para este país, que debe restablecer su estructura social y avanzar hacia una convivencia democrática.
El próximo mes de septiembre, tras varios aplazamientos desde su programación inicial para 2006, Angola celebrará las primeras elecciones desde 1992 –y las segundas de su historia- después de que el ex-grupo guerrillero UNITA negociase la finalización del conflicto armado y aceptase que el partido del presidente José Eduardo dos Santos continuase en el poder. En estas elecciones se elegirán a los representantes parlamentarios, esperándose para 2009 la celebración de las elecciones presidenciales.
La atención y asistencia a los refugiados angoleños por parte del Alto Comisionado de Naciones Unidas para los Refugiados afronta serias dificultades desde que el gobierno de Dos Santos ordenase la finalización de las actividades de ACNUR en su territorio a partir de mayo de 2008, tras llevar 5 años pretendiendo justificar que la oficina de esta agencia de Naciones Unidas no era necesaria ya que la democracia y la paz se habían consolidado en el país. Por el contrario, los defensores de derechos humanos de Angola han defendido siempre la necesaria presencia de dicha oficina como garantía de protección frente al acoso que sufren.
Médicos sin Fronteras, que trabajó en Angola desde 1983, fue traspasando progresivamente todos sus proyectos de asistencia a las autoridades sanitarias, hasta que en agosto de 2006 se retiró definitivamente del país. Intermón Oxfam trabaja actualmente junto a 20 ONG locales en tres ámbitos: promoción de una cultura de paz, ejecución de un programa de seguridad alimentaria, soporte educativo –en un país con la tasa de escolarización más baja del África Austral-.
El gobierno angoleño ha comenzado recientemente a aplicar los programas de desarme de civiles, el desminado de algunas zonas abonadas de minas antipersona y la reintegración de soldados en la vida civil. En la región de Cabinda, sin embargo, se viven tensiones internas entre el gobierno y el grupo armado independentista FLCE.
Angola es uno de los países africanos con más riquezas, la abundancia de minerales, petróleo y diamantes le convierten en un país con un gran potencial para participar en el mercado mundial. Mientra,s el gobierno está enfrascado en conseguir financiación para contruir 4000 km de carreteras y remodelar sus infraestructuras portuarias, y concede licencias para explotaciones mineras. Confiemos en que las riquezas naturales de Angola traigan progreso y bienestar a su población para poder afrontar un futuro en paz.
Angola sigue en el empeño de aliviar las heridas provocadas por 27 años de guerra fraticida, en una población joven, con una media de edad de 18 años y una esperanza de vida de 40. Desde el final de la guerra, se estima que la mitad de los desplazados han podido volver a sus pueblos –o lo que queda de ellos-, pero miles de angoleños continúan refugiados en países vecinos –algunos de ellos se encuentran en conflicto, como República Democrática del Congo, y en otros sufren las prácticas racistas de la población autóctona, como en Sudáfrica-.
Primero la grave epidemia de cólera que se produjo en 2006 y que tardó bastante en ser erradicada con la ayuda de las organizaciones no gubernamentales y la cooperación internacional, y ahora la falta de alimentos, no vaticinan un futuro muy esperanzador para este país, que debe restablecer su estructura social y avanzar hacia una convivencia democrática.
El próximo mes de septiembre, tras varios aplazamientos desde su programación inicial para 2006, Angola celebrará las primeras elecciones desde 1992 –y las segundas de su historia- después de que el ex-grupo guerrillero UNITA negociase la finalización del conflicto armado y aceptase que el partido del presidente José Eduardo dos Santos continuase en el poder. En estas elecciones se elegirán a los representantes parlamentarios, esperándose para 2009 la celebración de las elecciones presidenciales.
La atención y asistencia a los refugiados angoleños por parte del Alto Comisionado de Naciones Unidas para los Refugiados afronta serias dificultades desde que el gobierno de Dos Santos ordenase la finalización de las actividades de ACNUR en su territorio a partir de mayo de 2008, tras llevar 5 años pretendiendo justificar que la oficina de esta agencia de Naciones Unidas no era necesaria ya que la democracia y la paz se habían consolidado en el país. Por el contrario, los defensores de derechos humanos de Angola han defendido siempre la necesaria presencia de dicha oficina como garantía de protección frente al acoso que sufren.
Médicos sin Fronteras, que trabajó en Angola desde 1983, fue traspasando progresivamente todos sus proyectos de asistencia a las autoridades sanitarias, hasta que en agosto de 2006 se retiró definitivamente del país. Intermón Oxfam trabaja actualmente junto a 20 ONG locales en tres ámbitos: promoción de una cultura de paz, ejecución de un programa de seguridad alimentaria, soporte educativo –en un país con la tasa de escolarización más baja del África Austral-.
El gobierno angoleño ha comenzado recientemente a aplicar los programas de desarme de civiles, el desminado de algunas zonas abonadas de minas antipersona y la reintegración de soldados en la vida civil. En la región de Cabinda, sin embargo, se viven tensiones internas entre el gobierno y el grupo armado independentista FLCE.
Angola es uno de los países africanos con más riquezas, la abundancia de minerales, petróleo y diamantes le convierten en un país con un gran potencial para participar en el mercado mundial. Mientra,s el gobierno está enfrascado en conseguir financiación para contruir 4000 km de carreteras y remodelar sus infraestructuras portuarias, y concede licencias para explotaciones mineras. Confiemos en que las riquezas naturales de Angola traigan progreso y bienestar a su población para poder afrontar un futuro en paz.
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