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Bubisher, para amar la lectura

Bubisher, para amar la lectura

Nadie creyó que fuera a ser fácil. Pero en los inicios, hasta fuimos ingenuos. Pensamos que, puesto que se trataba de una antigua colonia española, y los 50.000 niños de las escuelas del Sáhara son "hijos o nietos de españoles", y teniendo en cuenta que el castellano es lengua co-oficial en los campamentos y se enseña obligatoriamente a todos sin excepción, encontraríamos en el estado español a quien quisiera asumir la deuda y satisfacerla. No vamos a perder tiempo, ni a avergonzar a nadie más de lo que ya debe de estar, contando qué despachos pisamos, qué puertas se nos cerraron. Basta con decir que todas. Por aquella época surgió el nombre ideal para el bibliobús inexistente: tan escurridizo y móvil como un pájaro, pensamos que su nombre podía ser el del pájaro más modesto, pero más alegre, de las especies del desierto: el Bubisher. El modesto pájaro, de nítidos blanco y negro, que tradicionalmente llevaba la buena suerte a los campamentos nómadas, anunciando lluvia, pasto, buena leche y buenas cosechas. [...]

De este modo comienza el reportaje central del número 404 de la revista Cuadernos de pedagogía, dedicado al Proyecto Bubisher, el bibliobús de los campamentos de refugiados saharauis nacido de la cooperación, que tantos cuentos y lecturas ha llevado a los niños de los campamentos y que, lejos de conformarse con lo conseguido hasta ahora, pretende ampliar sus objetivos y actividades para el próximo curso escolar.

 

 

 

 

 

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