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El currículo educativo y las bibliotecas académicas

El currículo educativo y las bibliotecas académicas

La biblioteca debería ser un complemento esencial y necesario en todo centro educativo. Las fuentes de información escritas y en otros formatos –audiovisuales y electrónicos- son fundamentales para complementar los libros de texto y los conocimientos aportados por los profesores.

Por una parte, las obras de referencia (diccionarios, enciclopedias, manuales, bibliografías, etc.) ayudarán a los estudiantes a ubicar en el tiempo y en el contexto temático y/o histórico un tema concreto. Y por otra, se complementarán los conocimientos recibidos en las aulas gracias a la consulta de fuentes de información que complementen dichos saberes.

Es esencial, por tanto, que todos los centros académicos dispongan de un servicio de biblioteca gestionado por profesionales especializados que, además de atender dicho servicio como si de una biblioteca “al uso” se tratase, han de formar a profesores y alumnos en el conocimiento de fuentes de información útiles para la mejora del nivel educativo. Ya en otro artículo, tratamos sobre los conceptos “aprender a aprender” y “lifelong learning”, que desde hace algunos años centran los estudios sobre el futuro de la educación primaria, secundaria y universitaria.

Si en los centros de educación infantil y primaria, las principales actividades puestas en marcha en las bibliotecas escolares se centran en la animación a la lectura, como un inicio a descubrir lo qué los libros –y otros recursos documentales- pueden ofrecer para actividades lúdicas, pero también forman al alumno de las etapas educativas iniciales sobre lo que puede encontrar de útil para “saber más”, es decir, para resolver dudas puntuales o complementar un tema explicado en el aula.

Sin embargo, la situación de la biblioteca escolar en nuestro país sigue estando parcialmente arrinconada. En la mayoría de los centros, la dotación económica y de personal, y los recursos económicos disponibles son insuficientes para satisfacer la demanda del alumnado y profesorado. Recursos electrónicos escasos, inexistencia de un servicio de información y de referencia, no realización habitual de sesiones de formación de usuarios, e incluso ubicación de la biblioteca en un lugar poco atractivo son algunas de las realidades que “alejan” a los alumnos  -e incluso a los profesores- del servicio bibliotecario de su centro, cuando aquél debería resultar imprescindible para poder llevar a buen término y con grandes probabilidades de éxito las tareas educativas y de aprendizaje.

Esta falta de previsión respecto a las bibliotecas escolares en España también fue una realidad en el caso de las universidades, ya que, hasta la publicación del Decreto 577/1991, sobre creación y reconocimiento de universidades, no era obligatoria la incorporación de una biblioteca dentro del centro universitario; dándose sólo unas recomendaciones “de mínimos” sobre los puestos de lectura, los fondos y las horas de apertura.  Sin embargo, ante la falta de concreciones y de criterios profesionales que deben aplicarse a las bibliotecas universitarias y científicas de la geografía española, han sido las propias universidades las que se han organizado en la Red de Bibliotecas Universitarias Españolas (REBIUN) para garantizar la calidad de los servicios, potenciando la cooperación, la investigación, la docencia y el aprendizaje a lo largo de toda la vida.

En la Ley Orgánica 2/2006 de Educación, artículo 113, se hace por fin referencia a la obligatoriedad de que los centros escolares dispongan de una biblioteca. Sin embargo, no se hace mención alguna los recursos bibliotecarios necesarios, ni a sus características, ni a las fuentes de financiación.

Sería, por tanto, deseable y altamente recomendable, que las bibliotecas de los centros escolares de las etapas inicial y secundaria también dispusiesen de al menos un centro o asociación de referencia dependiente de la Administración donde se trabaje de forma activa por mejorar la calidad y se fomente la colaboración entre bibliotecas escolares, y de éstas con las bibliotecas públicas.

En el documento Marco de referencia para las bibliotecas escolares (2011), elaborado por la Comisión Técnica de Bibliotecas Escolares del Ministerio de Educación y Cultura, se ofrecen unas orientaciones, dirigidas a los miembros de la comunidad educativa, de cara a poner en marcha y evaluar las bibliotecas de centro. Y por fin, se aportan recomendaciones útiles para los responsables de los centros educativos y bibliotecarios de los mismos, y donde se hace referencia a los fondos, a los servicios, a los horarios, a los perfiles e itinerarios formativos, a las unidades de apoyo de las Administraciones educativas y a las redes de cooperación.

Ahora faltan presupuestos centrales y autonómicos adecuados y suficientes para poner en marcha un plan de desarrollo de bibliotecas escolares. Porque la reducción del presupuesto destinado por el Ministerio y las Consejerías de Educación no ayuda, precisamente, al desarrollo y la continuidad de unas bibliotecas escolares que en la mayoría de las ocasiones han sido consideradas en España el “patito feo”.

* Original publicado en el blog de Inqnable.

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