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¿Te gusta tu biblioteca?

¿Te gusta tu biblioteca?

A los profesionales bibliotecarios, en general, nos cuesta entrar en una biblioteca y observarla con “ojos de usuario”. Solemos ser bastante críticos con las debilidades de los centros bibliotecarios que visitamos, y en ellos identificamos en muchas ocasiones fallos y necesidades.

Pero quizá los usuarios, con su mirada y su experiencia ”no profesional” también suelen ser buenos observadores; especialmente aquellos usuarios que visitan diferentes bibliotecas y de diferentes tipologías. Por eso deben ser siempre bienvenidas las observaciones, quejas y desideratas de nuestros usuarios, ya que indican el nivel de interés de los usuarios porque los servicios ofrecidos sean de buena calidad y su implicación participativa con el centro bibliotecario. De hecho, en bastantes ocasiones, las quejas de los usuarios sobre los servicios bibliotecarios son de vital importancia para la evaluación de la calidad. Y también los formularios de evaluación de la biblioteca y sus servicios completados por los usuarios son una buena fuente de información para mejorar la calidad de nuestro centro bibliotecario.

El ejemplo más claro de la importancia profesional que se da al compromiso con la calidad en el ámbito bibliotecario son las Cartas de Servicio, en las que –a diferencia de las clásicas guías de usuario- se incluyen –además de las normas de uso y los deberes y derechos del usuario- los compromisos de la biblioteca con la calidad. Se trata de unos compromisos de calidad que deben ser periódicamente analizados para evaluar su cumplimiento; y la información obtenida de dicha evaluación será difundida públicamente y puesta a disposición de los usuarios para su consulta. En las redes de bibliotecas, el cumplimiento de unos criterios de calidad establecidos en las cartas de servicio ayudará a proporcionar unos servicios bibliotecarios equilibrados entre todas las bibliotecas de la red; proporcionando a sus usuarios información clara de qué servicios están a su disposición, según qué criterios y  en qué centros.

Por eso considero que los profesionales bibliotecarios –especialmente los que trabajan en bibliotecas públicas- debemos observar las bibliotecas –sobre todo la “nuestra”- como si fuésemos usuarios, para identificar mejor el valor social y económico de las bibliotecas a partir de las necesidades de información de los usuarios potenciales de la comarca/zona en la que está integrada. Tampoco se debe olvidar la importancia de los comités de biblioteca, en los que debe estar incluida una representación de los usuarios. Además hemos de tener muy en cuenta qué actividades destinadas a la difusión de información, formación y promoción de la lectura y la cultura se llevan a cabo en bibliotecas de tipología similar a la nuestra. Porque muchas veces organizar actividades no es cuestión sólo de recursos económicos, sino de tener inventiva, iniciativa y de realizar “benchmarketing”.

Hay cientos de actividades que se pueden desarrollar en las bibliotecas, desde las recurridas exposiciones –que permiten acercar a la población temas de interés, como la historia local, el entorno ambiental y los biotopos de la zona, los Días Internacionales, etc.- hasta los encuentros con autores; pasando por los clubes de lectura, las bibliovacaciones, los cuentacuentos, los conciertos, las mochilas viajeras, etc.; incluso las citas a ciegas con un libro suelen tener gran aceptación. Y también hay nuevos servicios que pueden ser útiles para atender las demandas de la población usuario, como las aulas digitales o los cursos de aplicaciones informáticas y de idiomas en línea.

El objetivo final debe ser ofrecer un buen servicio, optimizando recursos y siendo eficaz. Pero todo ello debe incluir el hacer atractiva –y necesaria- la biblioteca, tanto para los dirigentes políticos como para las entidades culturales y empresariales de la zona y los usuarios particulares en general.

* Fotografía: fachada de la Biblioteca Pública "Infanta Elena" (Sevilla)

** Original publicado en Inqnable.

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