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Bibliotecas públicas que “se mueven” en América Latina

Bibliotecas públicas que “se mueven” en América Latina

Con pocos recursos económicos, escasas posibilidades de capacitación de profesionales (en la mayoría de los casos de trata de profesores, algunos jubilados)… No hay sólo una “crisis de lectores” sino que allí lo que hay es principalmente una falta de centros bibliotecarios dotados con fondos amplios y actualizados, y dotados de servicios de calidad. Mientras en Europa los cientos de miles de libros nuevos no vendidos acaban siendo usados como papel para reciclaje, en América Latina la falta de libros para dotar a sus bibliotecas públicas y populares es tan grande que no se entiende que la cooperación del ámbito editorial y administrativo no llegue. No sabemos si será cosa de perspectiva, de falta de voluntad política, o de simple visión de negocio. Lo que sí sabemos es de las necesidades de cultura, formación e información deben ser cubiertas en favor de un mundo más igualitario y socialmente responsable.

Mostramos algunos ejemplos de cómo actualmente se organizan y coordinan las bibliotecas públicas y populares en diferentes países americanos:

  • Colombia: Los Parques Biblioteca son bastante conocidos y reconocidos mundialmente, incluso premiados en varias ocasiones por su labor. Este proyecto se va consolidando con los años, en su empeño de realizar una buena gestión bibliotecaria y cultural con el objetivo de transformar las ciudades de Bogotá, Cali y Medellín en “ciudades lectoras”. Se trata de un programa bibliotecario único, bajo la concepción de que las bibliotecas públicas son un gran instrumento para conseguir cohesión social, alfabetización, mejora del nivel educativo y ayudar a la resolución de conflictos, trabajando por una cultura de paz y no violencia.

En Medellín hay también un proyecto de integración de las tecnologías de la información (TIC) en las bibliotecas públicas de su red para dinamizar los proyectos educativos en los que están trabajando, y que les permitirá la renovación/actualización de algunos servicios bibliotecarios y la puesta en marcha de nuevas actividades para los usuarios.

Se trata, en fin, de conseguir “bibliotecas vivas”, en las que los usuarios de las bibliotecas pueden disfrutar de la lectura, al mismo tiempo que crear, enseñar, aprender, informarse y relacionarse.  Y para ello, los responsables de los parques biblioteca están abiertos a colaboraciones y a aprender de otras experiencias, como queda de manifiesto con la celebración del Encuentro “Biblioteca Conectando Bibliotecas” –que ya va por su 8ª edición- en el que se presentan experiencias de diferentes países y tipologías bibliotecarias.

Por otra parte, el Ministerio de Cultura del gobierno colombiano se ha comprometido a conseguir un aumento del índice de lectura entre los colombianos de 1,9 a 3,2 libros leídos al año por habitante en 2018, y también ha prometido construir bibliotecas en los municipios que forman parte del programa de desminado humanitario del país. Hemos de incidir en que el conflicto armado colombiano ha afectado –y aún afecta- principalmente a la población civil; un conflicto de guerrillas cuyos escenarios están en la selva y las zonas rurales, donde el ejército, los paramilitares y guerrilleros no han hecho sino socavar el acceso a la educación y a la cultura, limitando la libertad hasta límites insospechados, y creando un ambiente de terror de niveles incalculables. En favor de las bibliotecas públicas colombianas, hemos de decir que sus profesionales –ni los usuarios- no se dan por vencidos y hacen resurgir de las cenizas y el olvido lo que parecía difícil, sino imposible, como es el caso de la Biblioteca Pública San Vicente del Caguán. Hay incluso profesionales más avezados, que en su empeño en acercar la  biblioteca a las zonas más alejadas de grandes poblaciones y con escasez de carreteras, realizan una labor aún más loable: trabajar por la conservación y difusión de las tradiciones indígenas, sus historias –en  literatura oral- y sus conocimientos ancestrales. Esto ocurre en la“Misak Misak Ala Kusreik Ya”, biblioteca situada en los cerros de Las Delicias, al norte del departamento del Cauca.

  • Perú: En Lima y en otras regiones del país andino, se están llevando a cabo programas de fomento de la lectura y de recogida de donaciones de libros, para lo que se ha conseguido la colaboración de la Administración, organizaciones no lucrativas, empresas privadas e incluso particulares. En la capital peruana, la Campaña “Librotón 2015” busca recoger 300.000 libros para destinarlos a enriquecer los fondos de las bibliotecas públicas, escolares y comunales con escasos recursos de la municipalidad limeña. Realmente, la situación de las bibliotecas de los distritos de Lima no es muy loable, algunas no ofrecen servicios eficaces y de calidad, y no todos los distritos disponen de biblioteca pública. Además, los índices de lectura entre la población de Perú son bajos: según la última encuesta del Observatorio Lima Cómo Vamos, un 45% de limeños afirmó no haber leído ningún libro, mientras que el 45,9% solo lee entre 1 y 4 libros al año.

Las bibliotecas escolares peruanas tampoco gozan de buena salud, cuando existen, ya que muchísimos centros escolares carecen de biblioteca o la que existe no es sino una sala con algunos libros y poco más. Y con este ingente desafío, la empresa social Un Millón de Niños Lectores, dirigida por Teresa Broullón, trabaja de forma entusiasta para revertir la situación: inaugurar bibliotecas escolares en los centros con menos recursos –su objetivo es llegar a las 1.000 nuevas bibliotecas en otros tantos centros educativos-, y aumentar con ello el índice de niños peruanos lectores y su nivel de comprensión lectora. También inciden en la sensibilización de los padres y el resto de la comunidad, la capacitación de los profesores y la petición de un profesional bibliotecario al Ministerio de Cultura. La misión es conseguir una transformación de la sociedad peruana gracias a los libros y el acceso a la información y la cultura, y para ello han conseguido la colaboración de algunas empresas privadas, aunque necesitan más implicación por parte de organizaciones.

  • México: La dotación de fondos a las bibliotecas mexicanas en estos últimos meses está siendo una realidad esperanzadora. Desde los responsables de los distritos federales y varias editoriales, se ha puesto en marcha el Programa “Ver por la Lectura”, cuyo objetivo es  entregar libros y otros materiales a las bibliotecas públicas y escolares de las comunidades con menos recursos. Algunos ejemplos son Oaxaca, donde la Fundación Alfredo Harp Helú en colaboración con la Biblioteca Henestrosa y de la BS Biblioteca Infantil, están dotando de fondos a las bibliotecas municipales de Oaxaca. Y en la municipalidad de Ensenada, se han puesto en marcha bibliotecas itinerantes, para acercar y fomentar la lectura en todos los rincones del municipio.
  • República Dominicana: En este pequeño país el hábito de la lectura es causa y consecuencia del nivel del sistema bibliotecario. Por un lado, el desarrollo económico provocado por el auge del turismo no ha ido emparejado a una política cultural activa, con una red de bibliotecas prácticamente inoperativa. Por otro lado, la ausencia de una política nacional bibliotecaria ha dejado a las bibliotecas públicas sin soporte gubernamental en cuanto a planes de capacitación, programas de fomento de la lectura, cooperación bibliotecaria, estudios de necesidades bibliotecarias, y dotaciones escasas de fondos y otros materiales. Aunque parece que esta situación de olvido por parte de las autoridades dominicanas se comienza a revertir.

Hay otros países americanos donde, con pocos recursos y la implicación de diferentes actores, se están llevando a cabo proyectos de desarrollo y mejora de las bibliotecas públicas, como Argentina, Bolivia y Venezuela, pero a pequeños pasos y con un horizonte difícil aunque posible –y necesario- de cambiar.

* Original publicdo en el blog de Inqnable.

** Fotografía: Parque Biblioteca España (Medellín, Colombia)

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