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Fundamentalismo en Asia Pacífico

Reproduzco a continuación algunos fragmentos del artículo Fundamentalismo en Asia Pacífico: estrategias asertivas para los derechos de las mujeres, elaborado por Concha Pinós, de Birmania por la Paz, que según mi opinión resume de forma clara la situación real de los derechos humanos de las mujeres en la región del Sudeste asiático.

“El fundamentalismo podríamos definirlo como un acercamiento monolítico adoptado por movimientos que buscan su hegemonía y poder político, particularmente mediante el uso de la cultura, religión, etnia o el discurso nacionalista. Estos movimientos son distintos de otros movimientos que buscan la hegemonía del poder absoluto, en oposición a la pluralidad y diversidad, se caracterizan por la ausencia de debate y niegan la disidencia. En este contexto de cultura vs. religión basan los fundamentalismos su poder, es inevitable y fácilmente ejercido contra las mujeres, tanto en la regulación de sus cuerpos, roles, libertades como de sus derechos.
En referencia al binomio cultura/ religión o grupo étnico que basa su existencia en los fundamentalismos ha sido objeto de amplio debate en los grupos de derechos humanos de mujeres desde los 90. El contexto del fundamentalismo es una religión de leyes de familia, y en algunos casos, religión basada en leyes penales subordinando los derechos de las mujeres, así como la eliminación de las minorías. Históricamente, el fondo viene de la herencia colonial que eclipsó los derechos constitucionales en el ámbito privado y la politización de la religión por las formaciones políticas de derechas.
En el inicio del s.XXI se ha hecho evidente que la religión no es el único lugar de hegemonía política. La seguridad nacional, el terrorismo y el neo-liberalismo, más visible después del 11 de septiembre, ha dado forma a los fundamentalismos de los derechos civiles, políticos y económicos- basados en una única verdad “enfoque de lo que es la “tolerancia”, “diversidad”, “diferencia” o “disidencia. Se aplicó el concepto de nacional a los fundamentalismos y las regiones asiáticas empezaron a reflejar el resultado de una política internacional, y la creación de una identidad basada en divisiones de “nosotros y ellos”. La lluvia más fuerte ha caído sobre los derechos humanos, en relación con los derechos de las mujeres especialmente. Que se han visto neutralizados por leyes que regulan la sexualidad y la familia, sobre todo después del 11-s, período que ha sido testigo de una escalada en la situación jurídica y extra jurídica de violaciones de las mujeres por agentes estatales y no-estatales. Actores no estatales que van desde los agentes económicos transnacionales a la cultura basada en la identidad religiosa. Las formaciones fundamentalistas han pisoteado años de duras luchas por los derechos de la mujer- en relación con las necesidades básicas, el trabajo, los valores y libertades fundamentales, el derecho tanto en lo público como en lo privado. […]
La identidad fundamentalista contemporánea como proyecto debe considerarse en el contexto de los efectos de la economía neoliberal de mercado en la región. La agudización en la lucha por los recursos naturales (la tierra, los desplazamientos a gran escala, la migración, la degradación medioambiental), ha hecho que millones de personas se empobrezcan más y más perdiendo sus derechos económicos, sociales y políticos. El resultado a largo plazo de las privatizaciones de la tierra, la bancarrota política, la alienación cultural, la depresión psicológica en las zonas de conflictos y el vacío espiritual hace que las personas vulnerables o afligidas voten u opten por respuestas populistas dadas por partidos o propuestas fundamentalistas que provienen de grupos o gobiernos en la sombra poderosos." […]

 

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