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Conflicto armado en Georgia

El conflicto abierto entre Rusia y Georgia en las zonas independentistas de Osetia del Sur y Abjasia ha desembocado en el reconocimiento unilateral por parte del gobierno ruso de la independencia de dichas regiones. El presidente ruso, Dimitry Medvedev, afirmó contar con el apoyo de China y otros cuatro países de Asia Central en sus acciones en Georgia, sin embargo, ninguno de éstos ha aceptado reconocer la independencia de las regiones caucásicas y han apelado al diálogo, y el gobierno chino ha expresado su preocupación por el reconocimiento ruso de la independencia de ambos territorios. Por otra parte, la Unión Europea –bajo la presidencia francesa- anunció en un principio estar considerando sanciones contra Rusia, si bien parece que finalmente su postura será menos explícita.
El acuerdo de alto el fuego firmado entre el 15 y 16 de agosto todavía no ha sido implementado en su totalidad, principalmente respecto a la retirada de tropas de las dos partes y al libre acceso a la ayuda humanitaria a la población civil desplazada –se calcula que en un número superior a 100.000, y en más de 200 los fallecidos–.Rusia mantiene puestos militares en Georgia fuera de las regiones de Osetia del Sur y de Abjasia, en las localidades de Senaki, Poti y al norte de la ciudad de Gori. De esta forma, Rusia considera como “zonas de seguridad bajo responsabilidad de las fuerzas rusas de mantenimiento de paz”, lo que para el gobierno georgiano supone una ocupación militar y un incumplimiento de la legalidad internacional y del acuerdo de alto el fuego.
Human Rights Watch ha denunciado los ataques indiscriminados contra la población civil por ambas partes, así como el uso por parte del ejército ruso de bombas de racimo en algunos de sus bombardeos. Otras ONG locales e internacionales han recogido numerosos testimonios de saqueos y ataques por parte de milicias osetias contra civiles georgianos dentro de Osetia del Sur. Poblaciones georgianas en la región independentista han quedado destrozadas, incluída la capital osetia, Tskhinvali, que quedó devastada durante el ataque del ejército de Georgia.
Un reciente informe elaborado por el International Crisis Group sobre la crisis en Georgia destaca que el conflicto ha transformado el panorama geopolítico contemporáneo, con graves consecuencias para el mantenimiento de la paz y la seguridad en Europa. El informe Russia vs Georgia: the fallout señala que tras el ataque ruso sobre Georgia se pueden identificar varios factores: el rechazo a la expansión de la OTAN hacia el Este; la contrariedad ante procesos recientes como la independencia de Kosovo y el acuerdo para el establecimiento del sistema de misiles en Europa; la defensa de un concepto de soberanía limitada para las antiguas repúblicas soviéticas; y una nueva posición de agresividad en su política exterior. Según el ICG, la crisis refleja también errores importantes, por parte del Gobierno de Georgia en su abandono de la construcción de confianza con los dos regímenes independentistas, y por parte de Estados Unidos y la UE en sus relaciones con Georgia, por su incapacidad de presionar al presidente georgiano hacia una política no bélica.
En este informe se establecen una serie de recomendaciones para los diferentes actores, entre ellas las siguientes:
- Implementación de una fuerza internacional de pacificación (la OSCE ya ha comenzado el despliegue de sus primeros efectivos).
- Cooperación entre los gobiernos de Georgia y Rusia –en colaboración con la Corte Penal Internacional y la OSCE– en las investigaciones para establecer responsabilidades sobre los abusos contra los derechos humanos cometidos durante el conflicto.
- Asunción por parte del Consejo de Seguridad de Naciones Unidas del papel de promotor de negociaciones reales y urgentes entre las partes en conflicto.
La política exterior rusa afronta en la zona del Cáucaso diversos frentes abiertos desde hace varios años, y su actuación desde que Putin es presidente no se caracteriza por la diplomacia negociadora. Los conflictos en Chechenia, Moldova, Daguestán e Ingushetia continúan latentes, mientras algunos analistas indican la posibilidad de ataques a gran escala de la insurgencia del norte del Cáucaso aprovechando el desplazamiento de las tropas rusas a territorio georgiano.

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