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El paraíso suizo

Suiza fue, entre los años 50 y 70, el destino de muchos inmigrantes españoles. Los sueldos eran muy superiores a los que se pagaban es España por entonces, además de que en el país alpino necesitaban mecánicos, torneros y otros profesionales especializados para sus fábricas. Suiza siempre ha querido ser diferente, preservando su identidad y huyendo de cualquier identificación foránea; es geográficamente europea, pero su estructura socio-económica se mantiene al margen de las inflaciones y los preocupantes niveles de paro que afectan a sus vecinos. Caminan solos porque quieren; y en política social también navegan en su propio bote ajenos al resto de navegantes.
La incorporación de España a la Unión Europea acabó con el dicho de que “Europa acaba en los Pirineos”; con pleno derecho los ciudadanos españoles son tan europeos como el que más: nuestras leyes son en muchas ocasiones modificadas a causa de las directivas europeas, nuestras políticas económica y social viven un status semejante al que puedan tener en Francia o Alemania, nuestras fronteras se cierran a los inmigrantes sin papeles como en el resto de la UE –quizá nos diferencie la cantidad de inmigrantes que entran en nuestro territorio y los esfuerzos hechos para acogerles temporalmente, casi sólo eso–, nuestros ciudadanos son por fin europeos, y así nuestro ego se siente más fortalecido.
El ego de los suizos sigue gozando buena salud, pertrechado en sus fronteras, y recibiendo a los trabajadores extranjeros con los brazos abiertos pero con el cartel de extranjero casi permanentemente escrito en la frente y en el pasaporte. En un país donde el 20% de la población es inmigrante, vivir por lo menos 12 años en territorio es la condición para solicitar la ciudadanía suiza; nacer en el país tampoco conlleva que le sea reconocido el derecho a la ciudadanía; ni siquiera los hijos y nietos de inmigrantes tienen la condición de ciudadanos suizos. El partido de ultraderecha Unión Democrática del Centro (UDC) –ya se sabe que últimamente al centro político se apuntan partidos políticos de diferente catadura; parece un juego con posibilidad de uso de comodín–, previsible ganador de estas elecciones generales en Suiza defiende que las comunidades suizas tienen derecho a decidir quién puede ser o no ser suizo. Las intenciones del UDC van más allá, y promete expulsar de Suiza a los extranjeros que cometan ciertos delitos (tráfico de drogas, crímenes violentos y fraudes al sistema de beneficios sociales) junto a sus familias. Uno de los carteles de la campaña del UDC ha provocado las críticas del resto de los partidos suizos, de las comunidades de inmigrantes y de Naciones Unidas. El citado cartel muestra tres ovejas blancas sobre una superficie que representa la bandera suiza que echan fuera a una oveja negra, y con el eslogan “Sicherheit schaffen” (para más seguridad). Otra medida que defiende el UDC es la salida de Suiza de la Convención de Naciones Unidas contra el Racismo; es decir, Suiza para los suizos.

2 comentarios

Joaquina -

Al menos, Fran, en Polonia los ciudadanos han decidio no otorgarles el poder -tal y como indicaban las encuestas- a los gemelos Kaczynski, saliendo elegido el liberal Donald Tusk.

Francisco O. Campillo -

Es realmente preocupante el ascenso de la ultraderecha en Europa. Parece que no tuvimos suficiente en la primera mitad del siglo XX
¿Por qué es tan difícil mantener posiciones de tolerancia y de dialógo?