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Nicaragua: llueve sobre mojado

El huracán Félix entró con una intensidad brutal en territorio nicaragüense el pasado 4 de septiembre. La fuerza 5 –la máxima categoría en la escala Saffir-Simpson– de Félix dejó un balance de 102 muertos y más de 120 desaparecidos, y un paisaje desolador. Otro desastre natural se ceba con Nicaragua; que ya se sufría desde mayo una sequía extrema en este país de los más pobres del continente americano. La cosecha de arroz que se preveía escasa se ha perdido, al igual que la abundante cosecha de maíz a punto de ser recogida; las semillas se las ha llevado la lluvia, los animales domésticos –gallinas, vacas, etc. – han salido literalmente volando. En muchos casos, ni siquiera las iglesias de los pueblos se han salvado del fuerte viento. Las casas, de madera y con tejado de chapa de zinc, no han resistido los embates del huracán. Así a los pobres, que casi nada tenían, nada les ha quedado: ni ropas, ni alimentos, ni agua, ni asistencia sanitaria, ni refugio.
Los nicaragüenses de los pueblos más aislados pasan días esperando ayuda humanitaria, algo que llevarse a la boca y una pequeña esperanza para sonreír al menos; el agua la recogen de la lluvia porque los pozos y los ríos están contaminados. Más de 180.000 nicaragüenses de la región del Atlántico Norte dependen de la ayuda internacional. Ejemplos de proyectos de ayuda humanitaria en marcha en Nicaragua para asistir a los perjudicados por el huracán Félix: Intermón Oxfam está desplegando personal sobre el terreno para distribuir alimentos y potabilizadoras de agua; Hernán Zin recorre la zona, dejándonos en su blog testimonio fotográfico de la destrucción causada por el huracán.

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