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Pobreza y medicamentos

Lula, y la reciente posición que ha tomado el gobierno de Brasil que encabeza, son noticia estos días por haber tomado una decisión que podría sentar precedentes en el ámbito de la sanidad en los países en desarrollo. El gobierno de Lula, ante la negativa de la multinacional Merk Sharp & Dohme de reducir al gobierno brasileño el precio de venta del retroviral efavirenz, ha decidido anular la patente en Brasil de este medicamento. Sin embargo, esta buena noticia ha tenido un eco sólo puntual en los grandes medios de comunicación; no parece interesar gran cosa a las televisiones y los diarios del primer mundo la angustiante situación de los enfermos pobres de los países pobres –doblemente pobres– que no tienen acceso a los medicamentos para tratar enfermedades graves como el SIDA, la malaria o la hepatitis B, debido a la carestía del tratamiento médico que supone un gasto desproporcionado para sus gobiernos, que en muchos casos hacen un importante esfuerzo económico –generalmente gracias a la ayuda internacional y a la cooperación de algunas ONG– para ofrecer en la sanidad pública estos medicamentos. Y es que las multinacionales farmacéuticas juegan con la salud de muchos seres humanos, mientras reflejan el engrose de los beneficios en sus libros de contabilidad, bien escasos de ética y de juego limpio.
La farmacéutica Novartis también enfrenta un juicio contra el gobierno de la India –principal productor de genéricos del mundo, y que abastece de medicamentos baratos a muchos países–. Novartis ha demandado a la Oficina India de Patentes en relación al medicamento contra el cáncer Glivec, tras serle denegada una patente para este medicamento. La intención final de Novartis es restringir el derecho de la India a producir medicamentos genéricos. Si Novartis gana este juicio, el hecho sentaría un precedente de mayores dimensiones –sanitarias y humanitarias–.
Las grandes farmacéuticas parecen olvidar que usan a los ciudadanos de los países en vías de desarrollo como conejillos de indias, aprovechándose de la pobreza y la desinformación para disponer de pacientes en los que realizar sus ensayos clínicos El objetivo es desarrollar medicamentos para tratar problemas de salud comunes el los países occidentales –enfermedades cardiovasculares, artritis, hipertensión y osteoporosis–. Los países desarrollados de benefician así de los ensayos clínicos realizados en los países en desarrollo, donde los pacientes candidatos desconocen sus derechos y no dispone de información sobre los riesgos de someterse a estos ensayos, además de que la reglamentación en estos países sobre este ámbito es en muchos casos deficiente o inexistente.
El acceso a medicamentos de calidad a precios asequibles para los enfermos de los países pobres es un objetivo fundamental a alcanzar, y las farmacéuticas productoras de genéricos ayudan a conseguirlo. Según consta en el informe Patentes contra Pacientes: cinco años después de la Declaración de Doha, elaborado por Intermón Oxfam, en la Declaración de Doha “los miembros de la OMC aprobaron por unanimidad la Declaración de Doha sobre ADPIC y Salud Pública de 14 de Noviembre de 2001, donde afirman que las normas de propiedad intelectual no deberían impedir a los países proteger su salud pública. La Declaración afirmaba que los países en desarrollo podían hacer cumplir las salvaguardas de salud pública permitiendo la introducción de medicamentos genéricos que forzasen los precios a la baja cuando así lo consideraran necesario dentro del marco establecido por la OMC. También obligaba a los miembros de la OMC a facilitar la exportación de medicamentos genéricos a todos los países pobres con escasa capacidad de producción propia, una medida conocida como “Párrafo 6 de la Declaración de Doha sobre ADPIC y Salud Pública””.
Otra vez más, promesas incumplidas.


1 comentario

Alicia -

Acabo de aterrizar en tu blog. Sigo leyendo. Un saludo.
Alicia
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